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‘Jurassic World: Dominion’ logra lo imposible: Que los dinosaurios sean aburridos

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Por Ignacio De La Maza

Hay un momento en ‘Jurassic Park’, el cada día más fresco clásico de 1992, en donde Alan Grant, el personaje interpretado por Sam Neill, hace la ‘cara Spielberg’. Ustedes saben cuál es esa. Es esa expresión facial que conjura asombro, horror y emoción de forma simultánea, una encarnación física de esos momentos de epifanía que frecuentemente viven los personajes del maestro director. En el caso de ‘Jurassic Park’, la aparición de la ‘cara Spielberg’ es legendaria: Ocurre cuando Grant ve por primera vez a los dinosaurios en carne y hueso, una escena de una majestuosidad casi imposible, acentuada por la banda sonora épica de John Williams y el magistral posicionamiento de cámara del cineasta. No es solo un momento narrativo importante, es uno metatextual: La aparición de esos diplodocos (no me acuerdo si realmente eran diplodocos, parecían diplodocos, dejémoslo así) es una secuencia que inspira tanto a los personajes dentro de la película como a un público que veía, por primera vez, a estas bestias ancestrales caminando entre nosotros, traídas a la vida no gracias a experimentación genética, sino que gracias a innovadoras técnicas de efectos especiales que empujaron a todo el cine a nuevos horizontes. Hasta el día de hoy llega a poner los pelos de punta.

Está de más decir que nadie hace la ‘cara Spielberg’ en ‘Jurassic World: Dominion’. No tienen razón para hacerla. En un ánimo generoso, uno podría decir que la actual entrega de la saga ‘Jurassic’ también juega a la metatextualidad, en este caso recalcando cómo lo que en 1993 se sentía emocionante e innovador ahora es mundano, predecible y aburrido. Pero no ando en un ánimo generoso. Y es que ‘Dominion’ es una de las peores películas de alto presupuesto que se haya visto en años, un blockbuster cínico, incoherente y, de forma casi criminal, profundamente desinteresado en las criaturas prehistóricas que hacen que estas cintas existan en un primer lugar.

La cosa dice así: Años después de los eventos de ‘Jurassic World: Fallen Kingdom’, el entrenador de velociraptores Owen (Chris Pratt, un hoyo negro que chupa el carisma de cualquier escena y lo vuelve materia negra) y la ex administradora de ‘Jurassic World’ Claire (Bryce Dallas Howard, una actriz capaz que muestra 0 química con Pratt o con quien sea) viven en mitad de la nada junto a la joven Maisie Lockwood (Isabella Sermon), la chica que resultó ser una clon humana en la película anterior (si no se acuerdan da lo mismo, aquí lo repiten como 90 veces). Cuando Maisie es raptada junto a Beta, la cría del velociraptor Blue (no olviden que Owen habla con velociraptores, más o menos), Owen y Claire emprenden una aventura por el mundo para rescatarla.

Paralelamente reaparecen los protagonistas de la original: Ellie Sattler (Laura Dern, demasiado buena para esto) recluta al mencionado Alan Grant para investigar la ‘misteriosa’ plaga de langostas prehistóricas que está arrasando con cultivos en Norteamérica… excepto aquellos cultivos con semillas de Biosyn Genetics, una empresa de biotecnología que claramente está detrás de los bichos en cuestión, incluso cuando la película trata en innumerables ocasiones este hecho como una gran revelación. Es en esta investigación que se vuelven a topar con el doctor Ian Malcolm (Jeff Goldblum, ni ahí y gozándolo), que por razones que nunca quedan muy claras, trabaja para Biosyn como asesor.

Notarán que apenas he mencionado a los dinosaurios, y con razón. ‘Jurassic World: Dominion’ parece haber decidido que la gente va a ver películas de la saga ‘Jurassic’ por razones ajenas a los reptiles gigantes. Más que nunca, estas criaturas que tanta magia han protagonizado en pantalla se sienten como aderezo, como un elemento más en una película que jamás decide concretamente qué quiere ser o qué desea contar. A ratos se siente como una producción de ‘James Bond’, o de ‘Jason Bourne’, o ‘Indiana Jones’, pero siempre arrastrando los pies, despojando a esas influencias de cualquier urgencia.

A todo esto ¿Se acuerdan del final de la película anterior, cuando los dinosaurios escapan al mundo y se sugiere el advenimiento de un nuevo orden mundial en donde humanos y criaturas prehistóricas deberán aprender a convivir? Bueno, olvídenlo. ‘Dominion’ apenas hace eco de la sugerencia más interesante de esta trilogía, a cambio presentando un mundo que apenas ha cambiado por la presencia de estos reptiles gigantes, y limitando la mayoría de la acción a una isla en mitad de la nada, como siempre.

Buena parte de la culpa recae en el director Colin Trevorrow, quien regresa a la saga tras su trabajo mediocre pero servicial en la primera ‘Jurassic World’ (2015). Aquí, el cineasta deja en claro que no solo no es Steven Spielberg, sino que ni siquiera es uno de sus buenos imitadores. ‘Dominion’ parece sentir desdén por cualquier pizca de originalidad, cualquier secuencia que produzca asombro, cualquier técnica para generar tensión o magia. Sus 2 horas y cuarto son de una inercia casi antagónica, sus dinosaurios funcionales, pero rara vez impresionantes. Nada te eriza la piel, nada te hace temblar, nada te hace maravillarte. La película es visualmente plana, y abiertamente incoherente a nivel de guion. Peor aun son sus intentos de humor, en donde cada chiste es despachado con una cadencia extraña e incómoda que rara vez suscitan más que una sonrisa empática. Incluso la gran secuencia de acción, una persecución en motocicleta/velociraptores por las calles de Malta está montada de forma tan esquizofrénica, y con tanto descuido por la relación espacial entre los personajes, que es imposible sentirse muy involucrado. Todo llega y pasa sin mayor sentido del espectáculo, casi por cumplir.

No estoy diciendo que cada película de alto presupuesto deba compararse con la despiadada y eficiente maquinaria de Spielberg, pero ‘Dominion’ incluso palidece dentro de la actual trilogía de ‘Jurassic World’. La película anterior, ‘Fallen Kingdom’ (2018), también tenía sus serios problemas de narrativa, pero el director JA Bayona (‘El Orfanato’) al menos aprovechó la oportunidad de jugar con el formato, transformando la segunda mitad de esa cinta en una casa embrujada con dinosaurios. Incluso la primera ‘Jurassic World’ tenía breves momentos de genialidad, muchas veces accidental, pero genialidad al fin y al cabo. Ni hablar de la trilogía original: ‘The Lost World’ (1997), también dirigida por Spielberg, fue duramente criticada en su momento, pero hoy es reivindicada por su jocosa crueldad (rara vez un director tan caluroso como Spielberg ha hecho una película tan ‘fea’), y sus peores momentos tienen de todos modos una originalidad con la que ‘Dominion’ solo puede soñar. Hasta la anecdótica ‘Jurassic Park 3’ (2001) parece una obra maestra en comparación.

Aquí todos parecen estar en pantalla netamente por cumplir. Incluso el regreso de los protagonistas originales de ‘Jurassic Park’ huele a cinismo: Laura Dern es demasiado buena como para no ofrecer una actuación carismática, pero tanto Neill como Goldblum parecen odiar cada vez que tienen que abrir la boca para balbucear líneas intrascendentes. Ningún personaje tiene un arco dramático. Todo es ‘hay que hacer esto’, ‘hay que ir aquí’, ‘hay que viajar allá’. Ni siquiera existe el clásico componente conmovedor de ver a viejos rostros marcados por el tiempo, como ha ocurrido con otras de estas ‘secuelas legado’ que vampirizan nuestra nostalgia por los clásicos de infancia.

Vuelvo a los dinosaurios. La razón por la que se siguen haciendo estas películas es porque el interés por las criaturas del pasado es algo universal. No importa la generación, el lugar de origen o la situación socioeconómica: Siempre habrá niños que se obsesionarán con estos gigantes ancestrales que alguna vez caminaron por la Tierra. Eso hizo que, por un breve tiempo, ‘Jurassic World’ fuese el mejor estreno en la historia de los Estados Unidos. Eso hizo que ‘Fallen Kingdom’ recaudara sobre un billón de dólares. Y eso ha provocado que ‘Dominion’ vaya encaminada a números similares pese a las malas críticas. La gente irá al cine igual si existe la promesa de ver reptiles gigantes recreados con tecnología de punta. No por eso merecen ser recibidos con una película tan pedestre como esta. Si algo nos enseñó ‘Top Gun: Maverick’ hace algunas semanas es que se pueden hacer ‘secuelas legado’ con corazón, urgencia y pasión, que satisfagan a los nostálgicos pero que también funcionen como aventuras que cautivan la imaginación. Si algo nos demuestra ‘Dominion’ es que la saga ‘Jurassic’ está lista para la extinción. O sea, lograron que los dinosaurios sean aburridos. Si existe un opuesto a la ‘cara Spielberg’, esta película lo amerita.