Editoriales

La columna de Gonzalo Fouillioux: “El abrazo y el mazazo de Brasilia”

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Por Gonzalo Fouillioux

Fue un cierre de grupo doloroso . Si hubo alegría hace pocos días con el abrazo de Brasilia, en la misma Brasilia, “La Roja” tuvo una noche para el olvido. El equipo fue superado y derrotado por Paraguay, como si hubiese sido un dejà vu de la tarde más negra de la generación dorada camino a Rusia. En esa ocasión, el equipo de Pizzi perdió 3-0 con Paraguay en el Monumental.

Colectivamente Chile nunca logró destrabar el partido, y el equipo se sintió agotado ante un rival que asfixió con mucha intensidad con persecuciones individuales en toda la cancha. La circulación de la pelota no fue fluida en el trámite del partido, y la ausencia de Pulgar caló hondo en “La Roja”. Erick es una pieza que hace encajar a las demás. y sin él en la cancha, Vidal y Aránguiz retrocedieron para sacar la pelota de atrás y dejaron de influir en una zona más gravitante de la cancha. Chile nunca generó superioridad desde atrás ni pudo darle con ventaja la pelota a un futbolista de ataque. Todos fueron pases a jugadores que estaban ahogados por una marca pegajosa.

Llegaría un golpe al mentón con el gol de cabeza de Samudio. Daba la sensación que Chile se sacudía tras el descanso y Lasarte ajustó las piezas del tablero con el 1-0 parcial. Ingresó Meneses y salió Alarcón, detectando el problema, pero sin encontrar la solución. Pese a todo, con Aránguiz ya en el eje, el juego circulaba un poco mejor, pero cuando recién se soltaba en la cancha, llegó el penal y el gol de Almirón. Esto fue un golpe de ‘knock out’ que enterró anímicamente a la Roja.

El tramo final, fue el impulso de ir hacia delante sin lucidez. Una jugada polémica pudo acercar a Chile; una clara mano de González que pareció penal. Finalmente fue desestimada por el árbitro Roldán y la selección se quedó con las manos vacías.

Para peor, ahora la Roja debe esperar un milagro en el Paraguay-Uruguay para evitar a la poderosa selección de Brasil. Sólo un triunfo guaraní, sacará del camino a la bestia verdeamarelha de la generación dorada.

Chile no jugará en varios días, tendrá una semana para recuperar energías y piernas. Un descanso necesario después de cuatro partidos en once días para un plantel que tiene poca bencina en el tanque. Será un viaje de retorno a Santiago con la alegría del simbólico abrazo de Brasilia, pero también empañado con el mazazo que le dio Paraguay. Pese a todo, una generación que empuja los límites genera ilusión con un último baile a lo grande en Brasil.