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12 canciones que revelan el genio de Christine McVie en Fleetwood Mac

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Por Ignacio De La Maza

Christine McVie era la George Harrison de Fleetwood Mac. Su carácter tímido y la presencia de genios más extrovertidos a su alrededor tendían a hacerla una figura subvalorada, incluso cuando estaba jugando un rol esencial en volver a su banda una de las más aclamadas y populares del planeta.

Frecuentemente se cita la llegada del guitarrista Lindsay Buckingham y de la vocalista Stevie Nicks en 1975 como el momento en que Fleetwood Mac terminó de despojarse de sus orígenes blues rock y abrazó un sonido de pop californiano tan imperial que, de la noche a la mañana, los hizo uno de los grupos más cotizados de todos los tiempos. Sin embargo, McVie ya llevaba 5 años acercando a la banda hacia un ideal romántico, adoptando rol de compositora y vocalista inmediatamente tras su ingreso a la formación, su voz cálida, profunda y llena de añoranza y sus teclados de ensueño elevaban el material del conjunto británico hacia niveles de honestidad emocional que no habían exhibido antes.

Y qué añoranza. McVie cantaba sobre el amor y el deseo con un arrojo que ilustraba su poder para elevarte y destruirte al mismo tiempo. En cada una de sus composiciones, la mujer nacida como Christine Perfect (increíble que este no haya sido un seudónimo, y más increíble que haya decidido cambiarse un nombre así de excelente una vez que contrajo matrimonio con el bajista John McVie) parecía verse sobrecogida por el sentimiento, cada célula de su cuerpo secuestrada por una necesidad de entrega total que no admitía medias tintas. Era todo o nada. Éxtasis o desolación.

Uno podría argumentar que Buckingham y Nicks seguían una lógica similar. Pero mientras sus compañeros podían pasar del romance a la venganza en un abrir y cerrar de ojos, la contemplativa McVie optaba por una perspectiva más instrospectiva. Nostálgica, incluso. El dolor de los fracasos amorosos se sentía profundamente personal en su voz (se divorció de McVie en el peak de popularidad de Fleetwood Mac en 1976, y al igual que el resto de la banda, procedió a protagonizar torrenciales amoríos, incluyendo uno con el volátil Dennis Wilson de los Beach Boys), como si quisiera trascender la fragilidad de las emociones humanas, pero a cambio se diera cuenta que estaba atada a ellas para siempre.

Y bueno, era la George Harrison de la banda. Quizás la mejor compositora que hubiesen tenido en sus filas. Autora de algunas de las canciones más elaboradas, divertidas, poderosas y devastadoras que tengan en su amplio y exitoso repertorio. No era libre de los excesos que eventualmente provocaron el colapso del conjunto (entre 1976 y 1988, todos los integrantes partían el día básicamente cepillándose los dientes con cocaína), pero su presencia humana, asumida y elegante la hacían parecer flotar por sobre los eternos dramas, conflictos internos y momentos de genuino desquiciamiento que plagan la historia de Fleetwood Mac.

Para reivindicar sus indudables talentos tras su repentina muerte a los 79 años, he aquí 10 canciones que hicieron de Christine McVie una leyenda.

‘Show Me A Smile’ (‘Future Games’, 1971)

El tema que cierra el primer álbum de Fleetwood Mac que contó con los talentos de McVie (‘Future Games’, eternamente subvalorado), ‘Show Me A Smile’ introdujo la delicada gentileza de McVie al mundo. Temas que volverían a aflorar en su cancionero, como el amor entregado y la fragilidad emocional ante un mundo indiferente, encuentran un giro en sus letras, no dirigidas a un amante sino que a un bebé recién nacido.

‘Say You Love Me’ (‘Fleetwood Mac’, 1975)

El título de esta joya, parte del reset que se pegó Fleetwood Mac en 1975, no solo se titula bajo una frase que podría resumir toda la carrera de Christine McVie, sino que ayudó al grupo a volver a las listas de los más vendidos tras años de decepciones comerciales. Aquí McVie interpreta esta historia de una mujer rogando por el buen trato de su amante como una plegaria, demostrando una comandancia en su voz que posteriormente se convertiría en el arma secreta de su banda.

‘Over My Head’ (‘Fleetwood Mac’, 1975)

Una más del álbum que marcó el antes y el después en la carrera de Fleetwood Mac. El talento innato que había mostrado McVie para escribir melodías irrefutables se vio alzado por las estrategias de producción pop de Lindsay Buckingham y Stevie Nicks, que le dieron algo de sol californiano a sus eternas añoranzas. Como tantas otras canciones bajo su pluma, ‘Over My Head’ reflexiona sobre la dualidad de un amorío capaz de hacerte sentir invencible y absolutamente derrotado al mismo tiempo.

‘You Make Loving Fun’ (‘Rumours’, 1977)

‘Rumours’ hizo de Fleetwood Mac la banda más inescapable de la radio FM desde The Beatles, con un nivel de canciones implacable en donde todos los cortes sonaban como hits. McVie aportó lo que quizás es la mejor canción del álbum, una que descarta las recriminaciones interpresonales que hacen de ‘Rumours’ un trabajo de pop tan venenoso para a cambio rendirle un devoto homenaje a Curry Grant, el director de luces de los espectáculos de la banda con quien la artista estaba teniendo un romance secreto. Eufórica y dulce en donde el resto de ‘Rumours’ es acerbo y resentido, ‘You Make Loving Fun’ es uno de los momentos más irresistibles de toda su discografía.

‘Don’t Stop’ (‘Rumours’, 1977)

Hay algo deliciosamente irónico en el hecho de que ‘Don’t Stop’ se haya convertido en uno de los mayores éxitos de Fleetwood Mac. La canción, un tema de optimismo tan descarado que casi parece broma, fue escrita por McVie en conjunto con Lindsay Buckingham en una época en donde las tensiones interpresonales amenazaban con destruir al grupo. Básicamente todos se habían acostado con todos, las drogas estaban pegándoles mal y las presiones del éxito se estaban empezando a meter en sus psiquis. Y ahí, en medio de todo, se erguía ‘Don’t Stop’, una composición que llama a seguir adelante pese a todo y a mirar con esperanza el futuro. Que nadie diga que la señora McVie no tenía sentido del humor.

‘Songbird’ (‘Rumours’, 1977)

La voz de McVie está tan empapada por el anhelo en esta canción, un tema de amor tan puro y devoto, que cabe la duda de si se refiere a un romance concretado o a uno que nunca será. De cualquier manera, cuando canta “te deseo todo el amor del mundo, pero sobre todo, lo deseo para mí” es bien difícil que no se te parta el corazón. Quizás su balada definitiva.

‘Over And Over’ (‘Tusk’, 1979)

Para 1979, la dieta de los integrantes de Fleetwood Mac ya consistía en solo cocaína y resentimientos. El éxito masivo de ‘Rumours’ solo había acrecentado los problemas al interior del conjunto, y el resultado fue ‘Tusk’, una obra extensa y perversa interpretada por músicos demasiado talentosos que parecen estar cantando desde el borde del abismo. El aura de malestar parece afectar a McVie, quien abre el álbum con una de sus composiciones más derrotadas, una especie de versión resaca del sonido soleado de Fleetwood Mac en donde implora a un amante que se quede a su lado. Podría estarle hablando directamente a sus compañeros.

‘Think About Me’ (‘Tusk’, 1979)

Ahora, claro, McVie se había enamorado del sonido californiano que los Mac adoptaron en 1975, y no estaba dispuesta a dejarlo ser enterrado completamente por el peso cocainómano de ‘Tusk’. ‘Think About Me’ es una de sus composiciones pop más perfectas, una efusiva canción en donde vuelve a hacer dueto con Buckingham y ofrece uno de los pocos puntos luminosos de ese ajetreado disco.

‘Hold Me’ (‘Mirage’, 1982)

Una de las líneas de piano más expresivas en la carrera de McVie anclan este hitazo de 1982, parte del subvalorado álbum ‘Mirage’ de 1982. Christine vuelve a hacer dueto con Buckingham, en una de sus colaboraciones más efusivas y cálidas. Como ya era una marca registrada, McVie rapsodia sobre un amor que te consume hasta los huesos.

‘Everywhere’ (‘Tango In The Night’, 1987)

‘Tango In The Night’ resultó ser el último álbum que grabaría la formación clásica de Fleetwood Mac (Buckingham abandonaría el grupo durante buena parte de los 90s, y tras su regreso, Christine hizo lo mismo hasta el 2014, en donde solo se reincorporaría para revivir viejos clásicos en vivo). Ahí McVie despacha lo que probablemente es la mejor canción de toda su carrera, una cama de sintetizadores coquetos y oníricos que acompañan su eufórica exclamación en el coro: “Quiero estar contigo en todas partes”. Su voz suena tan devota que el tema, inocente en su contenido lírico, suena como una declaración erótica. Nunca más ninguno de los miembros de Fleetwood Mac, ni en conjunto ni en solitario, despacharían una pieza de pop tan perfecta.

‘Little Lies’ (‘Tango In The Night’, 1987)

Las suaves cuerdas vocales de McVie contrastan con una de sus canciones más ácidas, curiosamente coescrita con su marido de entonces, Eddy Quintela. Este llamado a mantener las mentiras dentro de una relación para así salvarla es una de los tantos lamentos en donde la tecladista bien podría estar refiriéndose a sus propios compañeros de banda. Al igual que en ‘Everywhere’, su instinto pop encuentra su peak aquí.

‘Isn’t It Midnight’ (‘Tango In The Night’, 1987)

Su predisposición romántica, su carácter tímido y su voz de seda tendían a encajonar a Christine McVie como la mujer detrás de las canciones ‘suaves’ de Fleetwood Mac. La mayor refutada a esta tesis errónea se encuentra en ‘Isn’t It Midnight’, el tema más feroz de la era imperial de la banda. Con letras enigmáticas, un ritmo propulsivo y uno de los solos de guitarra más impresionantes de Lindsay Buckingham, este corte consolidó a McVie como la compositora más infalible del grupo.