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Moonage Daydream: resolviendo el enigma de David Bowie

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Por Matías de la Maza.

Moonage Daydream parte de una pregunta imposible de responder: ¿Quién era el verdadero David Bowie? ¿El alienígena Ziggy Stardust, el fascistoide Delgado Duque Blanco o el platinado ídolo pop ochentero? ¿Era más él cuando se maquillaba y usaba atuendos extravagantes o cuando se presentó a rostro descubierto? ¿Cuando daba entrevistas en un tono siempre calmado y reflexivo o cuando exudaba rock y sexo sobre el escenario? ¿Cuando cantaba, cuando pintaba o cuando actuaba? ¿Era bisexual? ¿Era un “heterosexual closeteado”, como alguna vez se definió?

El documental del norteamericano Brett Morgen, estrenado en Cannes y ahora en los cines chilenos, sabe que al final de sus dos horas y 20 minutos de duración, probablemente no haya llegado a una conclusión definitiva. Pero también tiene claro que si hay alguna forma de conocer a David Bowie no es a través de una página en Wikipedia llevada a la pantalla, sino que una experiencia tan caleidoscópica como el artista al que homenajea.

Moonage Daydream

En Moonage Daydream no hay una narración cronológica sobre la vida de Bowie, sus discos y los hitos de su vida personal, sino una serie de imágenes, canciones y efectos sonoros, que si bien en su mayoría comienzan de forma lineal a armar el puzzle de la carrera del británico, desde los 70, con el surgimiento de Ziggy Stardust, en adelante, también en múltiples ocasiones dan saltos abruptos hacia atrás o hacia adelante, donde el espacio y el tiempo son relativos.

Morgen es el primer realizador en tener acceso al archivo de los albaceas de Bowie, contando con CINCO MILLONES  de piezas de material para armar su relato, entre conciertos, entrevistas, audios personales y, quizás en el aspecto más inédito de su documental, cintas experimentales y pinturas que el mismo músico inglés creó.

Moonage Daydream

La misma voz de Bowie es la encargada de guiar el relato. A veces a través de audios, en múltiples ocasiones a través de fragmentos de entrevistas y más aún, a través de canciones. Así, varios Bowie van apareciendo. El huracán de carisma en su era glam, el cocainómano beatnik radicado en Los Angeles, el vanguardista en búsqueda de la redención en Berlín. Morgen, como muchos, es de la tesis que los 70 fueron el peak creativo del británico, algo que el mismo Bowie refuerza con su narración en algún momento: los 80, si bien fascinantes, quizás son la era menos representativa de su identidad.

¿Y cuál era esa identidad? Una de búsqueda permanente. A lo largo de Moonage Daydream, se ve a un Bowie obsesionado con el arte como una forma de explicar la vida. Por más simplistas que fueran las preguntas que le hacían en las múltiples entrevistas que aparecen en el documental, Bowie siempre intentaba responder de la manera más profunda y reflexiva posible. Quizás intentando explicarse a sí mismo el sentido de su carrera y su tendencia a la metamorfosis. Su trabajo es complementado con imágenes de obras que Morgen considera (con gran efectividad) afines a la sensibilidad de Bowie: expresionismo alemán, ciencia ficción, Bergman. Artistas también en la constante búsqueda del significado de la existencia.

Moonage Daydream

Es el arte de Bowie el que habla y por eso su vida personal apenas es mencionada. En algunos fragmentos, el británico se refiere a su complicado trasfondo familiar, sobre todo en la relación con su hermano y su madre. De sus relaciones personales, sólo su matrimonio con la modelo Iman toma protagonismo. Mientras, de sus colaboradores cercanos, sólo Brian Eno es mencionado. Las únicas voces externas que entregan una mirada a la figura del músico, son las de sus fanáticos, siempre fervorosos ante o durante sus presentaciones.

Morgen no sólo hace un trabajo extraordinario de montaje, tomando todos estos fragmentos y ordenándolos de una forma que hagan sentido en su caos, sino que también se encargó de remezclar y editar las canciones que forman parte del relato.

Moonage Daydream

La menor cantidad de los temas aparecen en sus formatos más reconocibles, con la mayoría de los casos viendo como el realizador los desarma y reconstruye para enfatizar un sentimiento o estado de ánimo. La ecualización juega un papel fundamental en momentos como la interpretación en vivo de All The Young Dudes hasta un momento en que una versión en directo de Space Oddity opta por silenciar el ruido del público para entregarle un aire casi fantasmal a la voz y la guitarra.

No, Moonage Daydream no es, ni podía ser, la explicación definitiva de quién era realmente David Bowie. Pero sí se acerca a algo, a una sensación que podría esconder una explicación. Es abrumador, hipnótico, fascinante, intoxicante y en permanente movimiento, tal como la figura que intenta comprender.

Aunque, quizás sí hay una verdad absoluta. Algo que explica el ímpetu de Bowie de alcanzar la trascendencia. Una declaración que él mismo emite y que no sólo lo explica en parte a él, sino que al arte: “Amo la vida. La amo mucho”. Con ese sentimiento se sale de Moonage Daydream.