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Paul McCartney: Sus diez mejores discos post-Beatles

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Por Ignacio De La Maza

Paul McCartney cumple 80 años. Considerando que dos de los Beatles ya no están con nosotros, que Sir Paul llegara a esta edad nunca fue un asegurado. Pero sigue aquí, haciendo lo que mejor sabe hacer: Entretener a miles de millones de personas con un repertorio de las mejores canciones que se hayan escrito. ‘Macca’ acaba de concluir una gira de estadios por los Estados Unidos, prueba fehaciente que ni el paso del tiempo lo puede alejar de los escenarios.

Es un privilegio: Que esté vivo, que ande con ganas de tocar, que lo haga con tanta entrega, dedicación y genio como desde hace 6 décadas. Uno podría argumentar que Paul McCartney jamás ha hecho algo mediocre en su vida (incluso sus ‘fracasos’ son producto del compromiso) y su condición como la figura más importante en la historia de la música popular solo parece hacerlo más humilde y generoso a medida que pasan los años.

No queda mucho más que decir de Sir Paul, así que mejor lo tributamos a través de la música. A continuación hemos seleccionado los 10 mejores trabajos de McCartney fuera de The Beatles, una trayectoria de altos y bajos, pero siempre definida por la curiosidad, la ambición y el talento.

Hay algunos clásicos que quedaron fuera (‘Tug Of War’, ‘Red Rose Speedway’) y favoritos modernos (no está ‘Memory Almost Full’ ni ‘McCartney III’), pero eso tiende a pasar cuando se tiene al frente una discografía tan abultada y creativa como la de Paul McCartney. Al final, todos sus trabajos valen tu tiempo, pero aquí hay 10 buenos puntos de partida:

10.- Flowers In The Dirt (1989)

McCartney tuvo unos 80s medio difíciles. Habiendo pasado sus últimos 20 años de su vida en la cúspide de la música pop, proyectos como ‘Give My Regards To Broad Street’ (1984) y Press To Play (1986) representaron sus primeros grandes fracasos críticos y comerciales desde los comienzos de Wings, instaurando la noción de que quizás el buen Paul había perdido irreparablemente el camino. ‘Flowers In The Dirt’ vino a semi-corregir el curso. Sí, sus estándares de producción son tan ochenteros que probablemente es el disco que peor ha envejecido de esta lista, pero encuentra a McCartney en un punto inspirado. Apoyado por Elvis Costello, uno de sus discípulos más sabios, Macca despacha una colección de canciones pegajosa, eufórica y frecuentemente conmovedora, no solo reactivando su chispa creativa sino que inspirándolo a salir de gira por primera vez desde la separación de Wings. Solo sáltense ‘Rough Ride’, una de las peores canciones en la carrera del ex Beatle, y estamos al otro lado.

 

9.- Pipes Of Peace (1983)

‘Pipes Of Peace’ es generalmente visto como el disco en donde fue a parar el material descartado para ‘Tug Of War’ (1982), un álbum mucho más aclamado que este. La cosa es la siguiente: ‘Tug Of War’ tiene a ‘Ebony & Ivory’, el dueto con Stevie Wonder que representa uno de los puntos más bajos en la carrera de ambos genios. A cambio, ‘Pipes Of Peace’ tiene ‘Say Say Say’, una ingeniosa pieza de pop futurista que unió a los dos nombres más importantes del género (McCartney y Michael Jackson) y que representa la última vez que las canciones originales de Sir Paul tuvieron un éxito comercial monumental. Pese a su reputación divisiva, ‘Pipes Of Peace’ es quizás también el último álbum de ‘Paul McCartney, genio pop insuperable’, despachando melodías irresistibles en canciones que van desde baladas antiguerra (el tema titular) hasta dulzura soul (‘So Bad), musical de Broadway (‘Average Person’), rock melodramático (‘Keep It Undercover’) y OTRO dueto con Michael Jackson (‘The Man’). Subvalorado, pero una vez que le das una oportunidad, se alza como uno de sus mejores trabajos.

8.- Flaming Pie (1997)

Inspirado por su trabajo en ‘The Beatles Anthology’, ‘Flaming Pie’ es quizás el primer álbum de ‘Paul McCartney, leyenda viviente’. Después de haber pasado décadas tratando de eludir el legado de los Fab Four, Macca abrazó de lleno su status de veterano y sobreviviente de la música con este disco, un álbum nostálgico, orgánico, melódico y en general más enfocado de lo que se le había escuchado en décadas. Clave resulta ser la producción de dos figuras que algo saben de cómo hacer sonar bien a un Beatle: George Martin, el productor histórico del cuarteto, y Jeff Lynne, el hombre de la Electric Light Orchestra que ya había ayudado a resucitar la carrera de George Harrison y quizás el hombre que más aprendió de las innovaciones sonoras de The Beatles. No es como que el disco esté a la altura de Abbey Road ni mucho menos, pero Lynn y Martin saben como hacer que Paul trabaje según sus fortalezas, y ‘Flaming Pie’ es precisamente eso: Un álbum redondo hecho por un hombre que se saca este tipo de canciones del bolsillo. Fue también la última vez que McCartney trabajó con su histórica pareja Linda, quien falleció de cáncer 1 año más tarde.

7.- New (2013)

Desde ‘Pipes Of Peace’ que McCartney no hacía un álbum tan descaradamente populista como ‘New’. Lo bueno es que Paul McCartney es un genio a la hora de ser descaradamente populista, y ‘New’ lo encontró en forma implacable. Trabajando con arquitectos pop modernos como Mark Ronson y Paul Epsworth, McCartney escribió material que une su pasado, presente y futuro de forma familiar pero fascinante de todos modos. ‘New’ (la canción) es la clase de balada Beatle que McCartney más o menos inventó en un primer lugar, pero es conmovedor escucharlo volver a viejas ideas y darles un contexto moderno. Queenie Eye es una versión postmodernista de ‘Lady Madonna’. ‘Early Days’ es la clásica balada acústica en la tradición de ‘Blackbird’, pero con una vida de experiencia encima. ‘Alligator’ tiene más personalidad, ideas y ganchos que la mayoría de las canciones que suenan hoy en la radio. No sé qué carajo está tratando de hacer en ‘Appreciate’, pero lo aprecio. En fin, es quizás el disco más ‘Paul McCartney siendo Paul McCartney’ que hay, y eso lo hace genial.

6.- McCartney II (1980)

Una cualidad de Paul McCartney que tiende a ser subvalorada: El tipo es un excéntrico estricto. Su música tiende a ser tan extrovertida e irresistible que a veces uno pasa por alto que Macca ha tomado riesgos a lo largo de su carrera que pocos de su mismo status se atreverían a tomar, generalmente siendo indulgente con su lado más raro. ‘McCartney II’, al igual que todos los discos con solo ‘McCartney’ en el título, es un esfuerzo genuinamente solitario, en donde Sir Paul toca todos y cada uno de los sonidos. Eso le da la oportunidad de seguir cada impulso que se le cruce por la cabeza, sin importar lo incongruente o experimental que sea. Así es como terminamos con un disco en donde el ex Beatle suena como Talking Heads (‘Coming Up’), compone baladas espectrales (‘Waterfalls’) y simplemente se vuelve loco (‘Temporary Secretary’, eres la mejor canción de todos los tiempos). Inspirado por el new wave y la cresciente escena electrónica, ‘McCartney II’ es un intento de canalizar las corrientes del pop de la época en algo impredecible y lúdico. Misión cumplida.

5.- Venus And Mars (Wings, 1975)

Hay días en que pienso que McCartney no ha hecho un mejor disco de rock que ‘Venus And Mars’. Con su banda Wings habiendo anotado su primer éxito crítico con ‘Band On The Run’ dos años antes, el músico se vio envalentonado a escribir el material más expresivo de su carrera. ‘Venus And Mars’ es una clase magistral en rock de estadios, desde el combo inicial del tema titular y ‘Rock Show’, hasta el blues lascivo de ‘Letting Go’, quizás la canción más sexy de Sir Paul (no es una competencia muy reñida, pero igual). Entre medio hay espacio para baladas espaciosas (‘Love In Song’), momentos nerd (‘Magneto And Titanium Man’), canciones pop perfectas (‘Listen To What The Man Said’ y hasta momentos en donde McCartney le cede el micrófono a los otros integrantes de Wings (‘Spirits Of Ancient Egypt’, ‘Medicine Jar’). Su deseo de demostrar que Wings era una banda democrática y no el grupo de apoyo de Paul McCartney puede haber sido un tanto ridículo, pero en ningún otro momento el conjunto encontró una identidad propia más atractiva.

4.- McCartney (1970)

Detengámonos dos minutos a pensar en lo atípico que es ‘McCartney’ como disco debut. Grabado mientras Paul se encontraba deprimido por la noticia (aún secreta) de que The Beatles se separaría, el álbum es introvertido y experimental, permeado por un sentimiento de ‘tocar porque sí’ que lo separa de lo deliberadas y pensadas que eran las composiciones de McCartney al interior de los Fab Four. Es un disco casero y suena así, un hombre en solitario redescubriendo el placer de escribir e interpretar música, un álbum que parece registrar en vivo y en directo el proceso creativo de una de las mentes artísticas más brillantes de todos los tiempos. Fue una forma realmente vulnerable y generosa de comenzar su carrera solista, más un murmullo que un grito declarativo. También fue una forma un tanto cretina: Pese a que sus compañeros le rogaron, McCartney se negó a lanzar el álbum después de ‘Let It Be’ (1970), editando su debut 1 mes antes que el disco final de The Beatles. El contexto es lo de menos, cuando incluso en tus momentos más casuales puedes escribir temas tan devastadores como ‘Maybe I’m Amazed’ y ‘Junk’. Fue el comienzo de una nueva etapa en la vida de Paul McCartney, una que, con altos y bajos, demostraría marchar solo al ritmo de su propio tambor.

3.- Chaos And Creation In The Backyard (2005)

Dice la leyenda que Paul McCartney no se llevó con Nigel Godrich, el megaproductor de Radiohead y Beck con quien trabajó en ‘Chaos And Creation In The Backyard’. También dice la leyenda que Godrich ha sido el único productor en decirle a McCartney cuando considera que una de sus composiciones no sirve, lo cual es algo que el ex Beatle definitivamente no acostumbra a escuchar. Bueno, de la tensión nace la genialidad. ‘Chaos And Creation In The Backyard’ es el mejor álbum de Sir Paul en el siglo XXI, un disco íntimo, hipnótico e introspectivo como el hombre no se había dejado ser desde su primer trabajo solista. Godrich le da a cada canción un espacio que acentúa su carácter fantasmagórico, incluso en sus momentos más animados, y destaca la tristeza que siempre se ha escondido en el repertorio del cantautor.  Más importante: Las composiciones son realmente inapelables, joyas de pop enigmáticas, creativas y memorables, como el mejor material de Macca. En una época en donde Sir Paul estaba consolidado como el padre del rock de estadios, haciendo música grandilocuente que sonaba hasta las graderías, escucharlo en un contexto tan personal y sombrío fue un recuerdo de que el hombre nunca ha perdido su capacidad de sorprender.

2.- Band On The Run (Wings, 1973)

‘Band On The Run’ es tan bueno que es cliché. El disco está arraigado en la cultura popular, el álbum que todos citan a la hora de definir si Paul McCartney tiene un disco post-Beatles tan bueno como los que hacía con John Lennon. Pensar que, en su contexto original, ‘Band On The Run’ vio la luz en un momento en donde la prensa se preguntaba si la carrera ‘solista’ (porque Wings) de McCartney despegaría, luego de que sus CUATRO primeros trabajos tras la separación de los Fab Four hubiesen sido destrozados por la crítica (la crítica no entendía nada). No solo eso: ‘Band On The Run’ fue grabado en unas desastrosas sesiones en Nigeria, en donde McCartney incluso fue asaltado a mano armada. La cosa es que, cuando Paul McCartney está acorralado es cuando mejor tiende a rendir, y ‘Band On The Run’ es un clásico por algo… Más o menos porque es el ideal de un disco de Paul McCartney hecho realidad ¿Canciones de composiciones y arreglos ambiciosos? Check ¿Melodías pegajosas? Check ¿Suficiente excentricidad para equilibrar los momentos más cursi? Check ¿Rock puro, duro, interpretado con talento y entusiasmo? Check, check y más check. No queda mucho más que decir: ‘Band On The Run’ es un gran disco porque es un gran disco, y normalmente debiese ser considerado el mejor de McCartney post-Beatles, excepto…

1.- Ram (Paul & Linda McCartney, 1971)

… Excepto que existe ‘Ram’, y ‘Ram’ es el mejor. Si no estamos de acuerdo en eso, no podemos ser amigos. Originalmente odiado por la prensa y recibido tibiamente en términos comerciales, la venganza del segundo trabajo ‘solista’ de McCartney (en este caso acompañado de su esposa Linda) se sirve en plato frío. Hoy no solo es considerado justamente una joya, sino que uno de sus trabajos más influyentes, habiendo impactado en múltiples generaciones de artistas indie pop que buscan hacer música atrevida, original y con pocos recursos. ‘Ram’ está más producido que el primer ‘McCartney’, pero mantiene el espíritu de ‘todo vale’ de su antecesor, lo que resulta en las composiciones más creativas y carismáticas de Paul. Es básicamente una oda a la felicidad doméstica, dos personas que se aman mucho y que quieren plasmarlo en canciones. Pero claro, las canciones involucran a un genio musical de todos los tiempos, por lo que McCartney convierte sus odas a Linda en temas que van desde sutiles palos a John Lennon (‘Too Many People’) a ambiciosos ejercicios de producción (‘Dear Boy’) pasando por momentos de una belleza casi dolorosa (‘Ram On’) y odiseas de múltiples secciones que funcionan como versiones mini del medley de ‘Abbey Road’ (‘Uncle Albert/Admiral Halsey’). Es tan relajado que su creatividad sorprende aún más: Así suena el cerebro de Paul McCartney sin presiones, a un nivel de capacidades artísticas con los que otros apenas pueden soñar.