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‘Licorice Pizza’: un romance encantador y complicado en los años 70

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Por Matías de la Maza

Los protagonistas de “Licorice Pizza” se la pasan corriendo. Es parte de la imaginería que más queda grabada en el cerebro tras ver la película. En algunos casos corren juntos, en varios otros corren sin rumbo, pero, en la mayoría de las ocasiones, corren el uno hacia el otro. Finalmente, sobre eso es la película. En medio de escenas surrealistas, llenas de humor bizarro y que en apariencia podrían parecer desconectadas, esta es la historia de la conexión magnética entre dos personas.

Lo nuevo del extraordinario director Paul Thomas Anderson (Boogie Nights, Magnolia, Petróleo Sangriento y sigue contando) se desarrolla en 1971, una vez más en el valle de California, su espacio favorito para contar historias. Gary Valentine (Cooper Hoffman) es un confianzudo adolescente de 15 años con nombre de estrella de cine que no pierde oportunidad en emprender un negocio. Sea como actor secundario en producciones o comerciales, o vendedor de lo que esté de moda. También, como buen quinceañero, es hormonal y no deja pasar mujer que considere atractiva sin coquetearle.

Así conoce a Alana (Alana Haim), una mujer diez años mayor que trabaja en una compañía de fotografías, que se encuentra sacándole la foto escolar a Gary y sus compañeros. El adolescente la invita de inmediato a salir, algo que inicialmente la joven sacude como una idea ridícula. Es un niño. Pero Gary es también encantador y Alana cede, más por curiosidad que otra cosa.

Lo que se inicia con esa invitación no es un romance. Por lo menos, no uno en un sentido tradicional. Después de todo, él tiene 15 y ella 25. Es para hacerse preguntas: ¿Es la historia de un amor platónico? ¿De una amistad? ¿De una relación prohibida entre una mayor y un menor de edad? ¿Un poco de todo?

Son preguntas que no son tan relevantes como aprender a conocer a estos protagonistas, y qué los conecta, así como qué los separa. A pesar de sus diferencias de edad, Gary y Alana están unidos en momentos de mucha confusión en la vida de cualquiera. Gary es un adolescente que hablará y actuará como un hombre del doble de su edad, pero sigue siendo un púber: inmaduro, impulsivo, a ratos cretino. Mientras, Alana pasa sus días buscando un propósito. Sea como socia de Gary, como actriz o como política. Los 25 son una época en donde la presión de tener que elegir un camino en la vida choca con la incapacidad de saber qué es lo que se quiere en un primer lugar.

Licorice Pizza

Mientras Gary y Alana hacen sentido de sus vidas, y de lo que significa exactamente el uno para el otro, pasan cosas. Hartas. Desde un arresto por un malentendido hasta un encuentro con diversas figuras del Hollywood de los años 70, donde el único personaje que utiliza un nombre real es el productor y peluquero Jon Peters (Bradley Cooper), en lo que resulta la mejor secuencia de la película.

Cada una de estas desventuras funciona como viñetas que podrían hacer sentir la historia general inconexa. Pero también van formando las piezas para entender la relación central, y cómo Anderson vuelve a una de sus temáticas favoritas: la naturaleza y necesidad de las conexiones humanas. Desde Boogie Nights hasta El Maestro, el realizador norteamericano se ha dedicado a seguir a personajes con mundos internos complejos navegar el a ratos sinsentido de la rutina. Aquí, la trama concurre con el ritmo de un sueño, o recuerdos borrosos. No siempre hará sentido, pero el sentimiento de fondo es lo que queda.

Licorice Pizza

Mención aparte para las actuaciones protagónicas, a cargo de dos debutantes. Hoffman, de apenas 18 años, es hijo del fallecido actor fetiche del director, Phillip Seymour Hoffman, y si uno cierra los ojos, puede sentir esa misma bravura en la voz del joven Gary. Haim por su parte, había dedicado su carrera artística hasta ahora a la música, formando parte de la excelente banda que lleva su apellido junto a sus hermanas Danielle y Este (quienes interpretan a sus hermanas en la película, junto a sus padres reales). Alana es incluso más que Gary el corazón de este romance atípico, y su interpretación no es nada menos que trascendental. Un pecado que los Oscar la hayan omitido.

Quizás será la película menos original de Paul Thomas Anderson, tomando prestado de varios de sus filmes anteriores, como Embriagado de Amor (2002) y Vicio Propio (2014), pero es quizás también la película más graciosa de su carrera. Sus actuaciones extraordinarios, una banda sonora con los mejores artistas de los 70 y un guión a cargo de uno de los mejores, sino el mejor libretista de su generación, son condimentos para una película extraña, encantadora, frenética y sobre todo, con mucho corazón. Como la fuerza magnética que atrae a sus protagonistas, es imposible, por reparos que se puedan tener, no caer un poco enamorado ante ella.

Título Original: Licorice Pizza

Duración: 134 min.

Dirección: Paul Thomas Anderson

Reparto: Alana Haim, Cooper Hoffman, Bradley Cooper, Sean Penn, Tom Waits, Benny Safdie

Plataforma: en los cines