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[VIDEOCLUB] Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos: Marvel sigue con resaca post Endgame

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Una primera parte interesante y un villano interpretado por uno de los mejores actores del planeta no son suficientes para levantar una película que sufre todavía de los efectos de una franquicia en proceso de reconstrucción. 

Por Matías de la Maza

¿Cómo se sigue a la película de superhéroes más grande de la historia? No sólo la de mayor presupuesto, cantidad de personajes y escala, sino que, incluso, durante un tiempo, la cinta más taquillera de todos los tiempos. ¿Qué se hace después de Avengers: Endgame?

Esa es una pregunta que el Universo Cinematográfico de Marvel (MCU por sus siglas en inglés), la franquicia de más de una veintena de películas interconectadas que llevaron hasta ese clímax fílmico de 2019, aún no logra responder. La saga de cintas basadas en la reconocida empresa de cómics, detrás de personajes como Iron Man, Spider-Man, el Capitán América y Hulk, siempre promocionó Endgame como el fin de una era: el final del camino que empezó a recorrer con la primera película de Iron Man, en 2008; la retirada de múltiples personajes principales y el punto de inflexión que marcaría el inicio de una nueva historia.

Nunca iba a ser el final de la franquicia, ya que nadie en su sano juicio terminaría de forma definitiva el negocio con tamaña gallina de los huevos de oro. Pero sí implicaría la necesidad de reinventarse y apuntar en nuevas direcciones.

El problema es que todas las películas que han venido después han palidecido en comparación a la última película de los Avengers. Spider-Man: Lejos de Casa (2019) era un epílogo algo insípido de Endgame, con la sombra de la cinta épica eclipsando cualquier intento de construir un nuevo mundo. Black Widow (2021) ni siquiera se desarrolla después de la era Endgame, sino que es una precuela, que está entre lo peor que Marvel haya hecho.

Por su parte, Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos, recién estrenada en los cines, es quizás la más sólida de la camada, pero aún se encuentra de la mitad para abajo en el ranking de las películas del MCU.

La película tiene otra particularidad: es la primera en centrarse en un personaje sin una aparición cinematográfica previa en la franquicia desde Capitana Marvel (2019), y por eso mismo, quizás en el papel era la excusa perfecta para construir desde esta historia el futuro del MCU.

La historia está enfocada en Shang-Chi (Simu Liu), el hijo de un temido conquistador, Wenwu (Tony Leung), quien encontró en China hace más mil años misteriosos brazaletes (referidos como “anillos” en la cinta), que le entregaron poderes sobrehumanos, vida eterna y la capacidad de poner el mundo a sus pies. Wenwu utilizó los artefactos para construir por siglos un imperio criminal llamado los Diez Anillos (la organización que, entre otras cosas, secuestra a Tony Stark en la primera Iron Man) con el cual pudo controlar el orden geopolítico desde las sombras.

Eso hasta que, buscando conquistar el último rincón del planeta que podía ofrecerle resistencia, se enamora y descubre una humanidad dentro del megalomaníaco. Forma una familia y renuncia por años a su poder. Hasta que el fallecimiento de su mujer lo hace retroceder a su oscura personalidad original, y formar a su primogénito como una máquina de matar humana, todo mientras ignora a su hija Xialing (la debutante Meng’er Zhang).

Pero llega un momento en que Shang-Chi escapa. Termina en San Francisco, donde vive una existencia mundana por diez años, hasta que, obviamente, su pasado llega a perseguirlo, y con la ayuda de su mejor amiga/interés romántico/no queda muy claro, Katy (Awkwafina), debe reunirse con su olvidada hermana y hacerle frente a su padre.

La primera parte de la película es la más interesante. Un elenco carismático protagonizando algunas de las mejores secuencias de acción del MCU, con las artes marciales reemplazando los súperpoderes, lo que es un refrescante giro a la fórmula de la franquicia. Pero eventualmente la fórmula aparece, y la película es inundada durante su frustrante segunda mitad en una avalancha de efectos especiales genéricos, diálogos torpes y llenos de exposición, y un clímax explosivo pero sin una pizca de alma.

La cinta marca un bienvenido espacio de representación racial en Hollywood, con un elenco conformado de forma casi en su 100% por actores de origen asiático, pero incluso en su intento por rendirle homenaje a la cultura y la mitología china, terminan cayendo en los molestos clichés estadounidenses.

Lo que mantiene a flote la cinta y evita un naufragio total, es su villano. Wenwu es la versión del MCU del Mandarín, uno de los villanos más icónicos de Marvel y frecuente némesis de Iron Man (RIP), pero también es un personaje que en el cómic está lleno de estereotipos racistas. En su adaptación a la pantalla, la historia se hace cargo de sus problemáticos orígenes en el papel y los utiliza para hacer una creación original, un personaje que se llega a sentir como un ser humano real.

Esas virtudes no son conseguidas por el guión, que construye a un antagonista tan irregularmente escrito y concebido como otros de esta franquicia, sino por su actor. Tony Leung, protagonista fetiche del gran realizador hongkonés Wong Kar-Wai, está probablemente entre los tres mejores actores vivos, y en cada escena se sobrepone a la flojera de la historia para entregarle empatía y profundidad al villano. Es su interpretación lo que hace que den ganas de volver a ver la película en algún momento.

Pero en general, Shang-Chi y la leyenda… desperdicia su prometedor inicio en una trama que sólo se enreda y no logra convencer. Para peor, deja pasar la oportunidad de diferenciarse del resto de la fórmula Marvel y ser el verdadero inicio de algo nuevo. En su incapacidad de atreverse a hacer algo distinto, la película cae en un problema recurrente en los últimos dos años: todavía no justifica un mundo post Endgame. De momento, sólo las sólidas series televisivas del MCU (WandaVision, Falcon y el Soldado de Invierno, y la genial Loki, en Disney+) parecieran llevar el peso de continuar la saga.