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Charlie Watts: diez canciones para recordar al baterista de los Rolling Stones

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El legendario integrante de la banda británica falleció a los 80 años, marcando el fin de una era y la partida de uno de los músicos más influyentes del Siglo XX. 

Alguna vez Keith Richards dijo que “sin Charlie Watts no existen los Rolling Stones”. Las luces y la prensa se enfocaban la mayoría del tiempo en la extravagante dupla que conformaban Mick Jagger y el mismo Richards, pero era el baterista el arma secreta del sonido de la banda: preciso como reloj sin estridencias como los Keith Moon o los John Bonham, pero además con un sonido único entre sus pares.

El mismo Watts en alguna ocasión matizó su importancia: “Si yo hubiera liderado a los Stones no habríamos conseguido nada. Estaríamos aún buscando el amplificador correcto”. Pero no es necesario ser líder de la banda para ser su motor, y eso era Charlie Watts.

Su muerte este 24 de agosto marca la partida de uno de los músicos más importantes e influyentes (aunque a su vez, imposible de imitar) del Siglo XX. Por eso, aquí armamos una lista de diez canciones para celebrar (y recordar) su genialidad. Porque quizás los Rolling Stones seguirán existiendo. Pero no serán lo mismo sin Charlie Watts.

 

Not Fade Away (1964)

Charlie Watts se unió como miembro formal de los Rolling Stones en 1963, y para el año siguiente ya conseguían uno de sus primeros grandes éxitos, a través de este cover de la canción compuesta originalmente por Buddy Holly. El ritmo sincopado que Watts le entrega a la canción, en homenaje a Bo Diddley, demostraría de inmediato la habilidad y versatilidad del hombre de las baquetas detrás de la banda.

 

Paint It Black (1966)

Una de los mayores hits de los Stones en los 60 nacía de una improvisación entre el guitarrista Brian Jones y Charlie Watts (a pesar que, como todas las canciones de la banda, el crédito de composición fue para Jagger y Richards). De inspiración oriental, el baterista hace gala de una de sus mayores virtudes: no abusar de los platillos.

 

Jumpin’ Jack Flash (1968)

Una canción que demuestra la dinámica de cómo nacían tantas grandes canciones de los Stones: un riff de guitarra que suena en solitario unos segundos hasta que Watts entra con su precisión característica y mueve hacia delante toda la canción.

 

Sympathy for the Devil (1968)

El primer amor de Charlie Watts siempre fue el jazz (daba la impresión que los Stones era el trabajo que tenía para financiar su otra pasión) y aquí aporta su conocimiento del género, abordando la batería desde la tradición latina del género, mientras es acompañado por las congas del ghanés Rocky Dzidzornu. Watts aporta además como parte de los coristas con sus clásicos “woo woos”.

 

Midnight Rambler (1969)

El blues era el género idolatrado por la mayoría de los miembros de los Rolling Stones, y un buen baterista siempre va a poder llevar un buen blues. Charlie Watts no es la excepción (aunque pongan atención como va progresivamente sumando más detalles a su interpretación).

 

Sway (1971)

Un buen baterista también requiere una buena producción para destacar sus habilidades. En esta canción del disco Sticky Fingers, la mezcla de sonido ayuda a notar la genialidad de Charlie Watts.

 

Brown Sugar (1971)

Charlie Watts es un carnaval de técnica y matices en una de las canciones más exitosas de los Rolling Stones en los años 70.

 

Tumbling Dice (1972)

Dicen que fue una de las canciones que más le costó grabar a Charlie Watts en el estudio, sobre todo la coda cerca del final donde cambia el ritmo. Pero no sólo sacó la tarea adelante: grabó toda la parte de la batería dos veces para superponer las pistas y así conseguir un sonido más potente.

 

Miss You (1978)

Del jazz al blues, del blues al rock, del rock al disco. El pulso de Charlie Watts se adaptaba a cualquier estilo. La incursión de los Rolling Stones al género de moda en la segunda mitad de los años 70 no fue la excepción.

 

Start Me Up (1981)

La precisión de Charlie Watts puede parecer un adjetivo vacío (todo baterista profesional tiene que ser preciso), pero el hombre del ritmo de los Stones era particularmente certero. Los ritmos complejos podían parecer simples, y siempre les entregaba su toque personal. Uno de los últimos grandes hits radiales de los británicos es prueba de aquello.