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Paul McCartney: 10 discos para adentrarse en su carrera post Beatles

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Por Ignacio De La Maza

Creo que literalmente no queda nada más que decir de Paul McCartney. La música popular, como la conocemos hoy en día, no existiría de no ser por el trabajo de Sir Paul en los Beatles o en su subvalorada carrera posterior. Para celebrar sus 79 años, te ofrecemos aquí 10 puntos de entrada a su discografía post-Fab Four, en donde McCartney aprovechó de mostrarle al mundo sus múltiples caras. Si bien no siempre dio en el blanco, rara vez dio la impresión de estar descansando en los laureles. Paul McCartney rara vez se encuentra quieto, y su variopinto de discos tras la separación de los Beatles demuestran a un artista en permanente búsqueda.

He aquí 10 obras que te servirán para adentrarte en su mundo:

El primer disco: McCartney (1970)

En un acto digno de cretino de primera, Macca se negó a correr el lanzamiento de su debut solista pese a la solicitud del resto de los Beatles, quienes todavía no habían anunciado públicamente su separación. De forma interesante, ‘McCartney’ es casi la antítesis de la elaborada opulencia de ‘Let It Be’, que vería la luz solo meses después. Grabado por un Paul deprimido a más no poder por el fin de la banda, ‘McCartney’ es minimalista e íntimo en donde los Fab Fours eran elaborados y crípticos. McCartney interpreta todos los instrumentos, y salvo algunas apariciones de su esposa Linda, es la única voz en el disco. El resultado es una colección encantadora de canciones simples y espontáneas, casi como escuchar a McCartney trabajando en tiempo real. Eso es algo profundamente bueno.

El mejor disco: Ram (1971)

‘Ram’ no es solo el mejor álbum post-Beatles de McCartney, quizás es el mejor álbum post-Beatles de todos. Construyendo sobre la base de ‘McCartney’ pero con una producción más musculosa (y Linda en el rol de colaboradora en todos los temas), ‘Ram’ es la destilación más pura del estilo de McCartney: Momentos de dulzura pura conviven con sonidos improvisados, experimentación inesperada, psicodelia suave y ambición melódica. Suena como amigos tocando y pasándolo bien en el patio de una casa, pero también tiene algunas de las composiciones más poderosas del hombre, como ‘Dear Boy’ o la épica ‘Uncle Arthur/Admiral Halsey’. Más que ningún otro de sus discos, ‘Ram’ suena a Paul siendo Paul, sin el peso de su legado ni de lo que se espera de él.

El disco más famoso: Band On The Run (1973)

La grandilocuencia que Wings le aportó a las canciones de McCartney fue un arma de doble filo. Por un lado, transformó a Paul en una de las fuerzas comerciales más innegables de los 70′ (mucho más que cualquier otro Beatle), pero en sus peores momentos, Wings parecía solo radicalizar los aspectos menos inspirados del músico (su gusto por lo cursi, su necesidad de sonar inmenso). Por otro lado, cuando todas las piezas encajaban, el sonido era embriagador: ‘Band On The Run’ es una pieza de rock setentero redonda, un álbum con vocación masiva lleno de ambición en sus composiciones y con una metralleta de melodías inescapables. El tema titular, ‘Jet’ y ‘Let Me Roll It’ son clásicos, y es difícil encontrar composiciones en donde el bajo de McCartney suene más expresivo que en ‘Mr. Vandebilt’ o ‘Bluebird’. Una pieza de pop perfectamente calibrada por un maestro del género.

El disco más rockero: Venus And Mars (1975)

Puede que el término ‘rock de estadios’ haya existido antes de ‘Venus And Mars’, pero el disco lo perfeccionó y de paso entregó uno de sus ejemplos definitivos. El sucesor de ‘Band On The Run’ parece estar diseñado para ser interpretado frente a la mayor cantidad de gente posible (una canción hasta se llama ‘Rock Show’, maldita sea), pero es porque McCartney está aquí en su modo más encantadoramente populista. Hasta las baladas, como ‘Love In Song’ y ‘You Gave Me The Answer’, suenan inmensas, y la inclusión de bronces en varias canciones hace que Macca suene hasta sexy (una característica no muy asociada a su música). Quizás uno de los discos de rock más entretenidos que se hayan hecho.

El disco extraño: McCartney II (1980)

El cliché dice que John Lennon era el innovador en The Beatles mientras que McCartney era el tradicionalista. Una visión completamente errada que ni siquiera necesita de ‘McCartney II’ para ser desacreditada, pero si requieres de un solo ejemplo para demostrar que Macca es capaz de hacer música profundamente extraña, este es el que buscas. Al igual que ‘McCartney’, ‘McCartney II’ fue grabado por el músico en solitario tras el quiebre de su banda principal (Wings, en este caso). Pero a diferencia de su antecesor, ‘McCartney II’ deja volar su lado excéntrico, incorporando elementos de la todavía naciente música electrónica con un espíritu aventurero que recuerda más a un niño suelto en la tienda de juguetes. Es el único disco de McCartney en donde puedes decir que el tipo suena como Talking Heads (‘Coming Up’), a Brian Eno (‘Waterfalls’) o a lo que sea que represente el delirio cocainómano de ‘Temporary Secretary’, quizás la composición más abiertamente antagónica de Sir Paul. Prueba viva de que, cuando se le deja operar bajo sus propios recursos, McCartney te llevará hacia nuevos lugares.

El disco que no es muy bueno pero igual: Tug Of War (1982)

Me gustaría que Tug Of War’ fuese mejor de lo que es. Es el disco que reúne a Paul McCartney con George Martin, el histórico productor de The Beatles. También tiene un par de colaboraciones con Stevie Wonder, justo antes de entrar en su período más cursi. Además es el primer álbum de Macca tras el asesinato de John Lennon, y en sus mejores momentos refleja una vulnerabilidad inédita en sus canciones, como en el tema titular o la devastadora ‘Here Today’. También es un álbum hundido por las aspiraciones más populistas de Sir Paul, sobreproducido y demasiado dulce para su propio bien. Además está ‘Ebony & Ivory’, una de las colaboraciones con Wonder que representan uno de los peores puntos en la carrera de ambos. Sin embargo, al menos la mitad de ‘Tug Of War’ tiene suficiente ingenio para recordarte lo que puede hacer McCartney cuando está inspirado.

El disco bueno pero empañado por mala producción: Flowers In The Dirt (1989)

Nacido de una serie de colaboraciones con Elvis Costello (en alguna época uno de los discípulos más sabios de McCartney), ‘Flowers In The Dirt’ tiene algunas de las mejores composiciones del ex Beatle en la compleja década de los 80′ (‘My Brave Face’, ‘Distractions’, ‘You Want Her Too’ y ‘Put It There’ son genuinas joyas). Lamentablemente, McCartney estaba realmente nervioso por la performance comercial del álbum (su antecesor, ‘Press To Play’, había sido un fracaso). Por eso mismo reclutó a un desfile casi interminable de productores, quienes ahogaron incluso los momentos más inspirados del álbum en una cascada de clichés ochenteros, desde baterías a lo Phil Collins hasta una limpieza profunda en cada sonido que le quita vida y alma a las canciones. Remasterizaciones posteriores revelaron el genuino talento debajo de todos los trucos de estudio que hacen de ‘Flowers In The Dirt’ un álbum más fácil de admirar que de querer.

El disco de regreso: Flaming Pie (1997)

Tras el paupérrimamente recibido ‘Off The Ground’ (1993), McCartney puso su carrera solista en pausa. El músico ocupó buena parte de los 90′ en trabajar en ‘The Beatles Anthology’, el aclamado proyecto recopilatorio de su ex banda que sirvió además para reafirmar el vínculo de Sir Paul con su propia leyenda. Quizás por eso es que ‘Flaming Pie’ es el disco de Paul McCartney que más sonaba a Paul McCartney en al menos 20 años. Es también su álbum más reflexivo, una obra casi metatextual que constantemente parece estar haciendo referencia a sí misma y a su lugar en la historia. Lo bueno es que Macca recupera su sentido imbatible de melodía, y las canciones de ‘Flaming Pie’ vuelven a gozar de una personalidad marcada que había estado ausente en sus trabajos anteriores. ‘Calico Skies’ es una de sus mejores baladas (punto), y tanto ‘The Song We Were Singing’ como el tema que da el título al disco suenan a que podrían haber sido compuestas en los 70′. Un renacer artístico que se mantiene hasta el día de hoy.

El disco más íntimo: Chaos And Creation In The Backyard (2005)

Podrá sonar a sacrilegio, pero McCartney tiende a sacar sus mejores ideas en un ambiente colaborativo. Eso es lo que le ofreció Nigel Gordich, histórico productor de Radiohead y Beck, cuando trabajaron juntos en ‘Chaos And Creation In The Backyard’. Dice la leyenda que Sir Paul no se tomó con mucha gracia que el productor le vetara las ideas, pero es quizás por esto que ‘Chaos…’ se convierte en su trabajo más íntimo y conciso. Para ser un artista que rara vez deja entrar en su vida personal, el disco también suena como uno de los más confesionales de Macca, despellejando las capas de artificio que suelen rondar alrededor de su música para revelar al hombre detrás de la leyenda. Eso no significa que ‘Chaos…’ sea sombrío: Las canciones suelen estar ancladas a ganchos pegajosos y a un entusiasmo aventurero, algo que no se le escuchaba a McCartney hace décadas. Viva prueba de que se mantiene capaz de sorprender, incluso 50 años adentrado en su carrera como uno de los artistas más importantes del planeta.

El disco neoclásico: New (2013)

De alguna manera, ‘New’ suena exactamente a cómo esperarías que sonara un disco de Paul McCartney en el siglo XXI. Desde momentos claramente beatleescos (‘Queenie Eye’, ‘New’) hasta piezas de rock propulsivo dignas de Wings (‘Save Us’), pasando por baladas nostálgicas (‘Early Days’) y momentos de excentricidad pura (‘Appreciate’). Los productores estrella de esta ocasión, Mark Ronson (Amy Winehouse, Bruno Mars) y Paul Epworth (Adele, Rihanna) no desafían a Macca tanto como lo hizo Godrich, pero si lo ayudan a focalizarse en hacer lo que hace mejor: Canciones de Paul McCartney. No es un disco particularmente sorprendente, pero a esas alturas Sir Paul ya se había ganado hace bastante rato el derecho a hacer lo que quisiera. Sus mejores momentos te recuerdan que sigue siendo un genio.