Fundadora de Vivianne Z: “Por todos estos años, he logrado tener algo más para dejarle a mis hijos”
Vivianne volvía cansada a casa después de otro vuelo eterno. Era 1997 y, entre maletas, turbulencias y madrugadas, solo había un pensamiento que le daba vueltas sin parar: ¿qué torta le hago a mi hijo? Faltaban dos días para el cumpleaños, no tenía tiempo, y necesitaba algo tan rico como práctico.
Y entonces, ocurrió. En un semáforo cualquiera, donde la rutina rara vez sorprende, apareció un vendedor con ese tesoro chileno que siempre saca sonrisas: los cuchuflies. En ese instante, Vivianne lo supo. La idea fue tan simple como brillante: una torta de cuchuflies hecha por ella misma, sin platos que lavar y con ese sabor que todos reconocen al primer bocado.
Lo que no imaginó fue la reacción. Los invitados quedaron maravillados, casi rogando que llegara el próximo cumpleaños solo para volver a probar “los cuchuflies de Vivianne”. Sin quererlo, sin pedirlo, sin planearlo, había nacido una marca.
Con el tiempo, la demanda creció, los pedidos se multiplicaron y aquella azafata que improvisaba tortas empezó a repartir dulzura a nivel nacional. De a poco, volar dejó de ser su destino y cocinar se convirtió en su sueño cumplido: alegrar al país entero, desde los más chicos hasta los más veteranos.
Hoy, los productos Vivianne se encuentran de Arica a Punta Arenas, esperando en cada supermercado para recordar que las mejores historias —y los mejores sabores— nacen en momentos tan cotidianos como un semáforo en rojo.