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Mariana Bofill de Bicka Café: “El primer año y medio fue de aprendizajes para entender el negocio”

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Dicen que las grandes revoluciones comienzan con una simple pregunta. La de ellos fue casi un susurro: ¿y si el café pudiera contarse como una historia? No como una bebida rápida para sobrevivir al día, sino como un viaje completo, desde una semilla en una finca lejana hasta el vapor tibio que se eleva desde una taza. Fue esa inquietud la que dio origen a BICKA, una cafetería de autor que nació no para servir café, sino para cambiar la manera en que lo entendemos.

La inspiración llegó desde Lisboa, donde un antiguo cartel que decía “Beba Isto Com Açúcar” enseñó a todo un pueblo a tomar el espresso de una nueva forma. De esas cuatro palabras nació “BICA”, y de esa palabra —cargada de historia y rebeldía— nació una visión. Una visión que se transformó en un espacio donde cada grano se honra, cada método importa y cada taza busca emocionar.

Pero la historia de BICKA no es solo sobre café. Es una aventura humana. Una mezcla de obsesión, curiosidad y respeto por un oficio milenario. Se construyó aprendiendo de agricultores que cosechan a mano, de tostadores que afinan sabores con la precisión de un violinista, y de baristas que convierten la técnica en arte. Se construyó, también, con la firme decisión de hacer las cosas bien: cuidando el agua, la energía, la tierra y a las personas que forman parte del ritual.