Diego Melej de grupo Daff: “Hipotequé mi casa para poder partir con esto”

Todo comenzó con una pregunta tan simple como imposible: ¿Cómo comer rico y nutritivo en medio de la nada, sin cocina, sin electricidad, sin siquiera un enchufe cerca? Diego Melej no buscaba inventar el futuro de la alimentación; solo quería resolver un problema. Pero a veces, las grandes revoluciones nacen de una idea testaruda.
En 2006, hipotecó su casa, apostando todo por un sueño que cabía en un pequeño galpón de 500 metros cuadrados. Allí, junto a un puñado de socios, empezó a cocinar una locura: alimentos listos para comer, capaces de durar años sin refrigeración, resistentes al tiempo, al calor y a la distancia. Lo que parecía una quimera se transformó en Daff, una empresa chilena que hoy alimenta a mineros bajo tierra, a soldados en terreno, a familias en emergencias y a aventureros en la cima de una montaña.
De aquel galpón nació una fábrica autosuficiente en agua y energía, símbolo de una convicción: que la innovación puede nutrir al mundo. Hoy, Daff mira más allá de Chile, con los ojos puestos en América Latina, Estados Unidos y Europa. Lo que comenzó como una apuesta arriesgada se convirtió en una historia de fe, ciencia y sabor. Una historia que demuestra que, a veces, para cambiar el mundo, basta con tener hambre de algo más.