Juan Alfredo y Juan Ignacio Gómez de Leather House: “Mi padre siempre decía que si un negocio es muy bueno, es mentira”

De niño lo veía llegar a casa con sacos de arpillera al hombro. No eran simples sacos, eran las primeras piezas de un legado que estaba por comenzar. Su padre, trabajador en una distribuidora de neumáticos en Estación Central, se dio cuenta por intuición que había algo en los subproductos que otros desechaban. Sin tener idea aún del rubro, empezó a vender plumas, telas y materiales para muebles. Cinco hijos en casa, pero también la convicción de que podía más. Renunció a su empleo estable y apostó todo a ese instinto de comerciante, dejando no solo una herencia, sino una forma de ver la vida.
Hoy, Juan Alfredo y Juan Ignacio Gómez siguen ese camino con Leather House, un taller de confección de muebles en cuero que honra el arte y la tradición de tres generaciones. Muebles hechos a mano, con materiales seleccionados y el alma puesta en cada costura. Y en cada rincón del taller aún resuenan los consejos de su padre: “Si un negocio suena demasiado bueno para ser verdad, entonces no lo es”.
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