El consumo de helado es un hábito que posiciona a Chile como líderes en Latinoamérica
Durante décadas, el helado fue sinónimo de verano y frescura, pero esa asociación comienza a quedar atrás. En Chile, el consumo de este postre frío se ha convertido en un hábito permanente con cifras que lo posicionan como el país líder en América Latina. Esta nueva dinámica no solo sostiene las ventas durante los meses fríos, sino que también amplía la experiencia de consumo, incorporando productos gourmet y porciones individuales diseñadas para el consumo inmediato.
Un consumo que no depende del clima
El mercado de los helados está viviendo un cambio estructural, ya no se limita solo a los meses más cálidos. En la última década, el país ha pasado de concentrar un 70% de sus ventas anuales en verano a solo un 60%, mientras el resto del año gana protagonismo gracias a la desestacionalización del consumo. Además de que este postre se ha consolidado como un “comfort food”, un alimento que combina indulgencia y bienestar emocional durante todo el año.
Los servicios de reparto como PedidosYa, Rappi y Uber Eats, han permitido que los helados lleguen a los hogares sin depender del clima o la cercanía de una tienda. El año pasado, el mercado de food delivery en Chile superó los 188 millones de dólares, y la categoría de helados fue una de las más beneficiadas por la comodidad de la entrega rápida. Entonces, este cambio está siendo impulsado por dos factores como la creciente oferta de productos para todo tipo de dietas y la irrupción del delivery como canal clave de distribución.
Salud, sostenibilidad y nuevos sabores
La innovación tecnológica también ha sido clave porque las nuevas formulaciones logran texturas cremosas sin ingredientes lácteos, utilizando proteínas vegetales y estabilizantes naturales. Marcas como Yolé o los helados San Francisco, ofrecen versiones 0% azúcar en sabores clásicos como chocolate y frutos del bosque, mientras las propuestas artesanales apuestan por rescatar ingredientes locales con un enfoque sustentable.
Por otro lado, la tendencia hacia una alimentación saludable ha dejado huella también en este mercado. Las heladerías artesanales y las marcas internacionales han introducido líneas plant-based, sin azúcar añadida o bajas en calorías, respondiendo al interés por opciones más naturales y sostenibles. Asimismo, los helados veganos, por ejemplo, a base de avena o frutos como la lúcuma, la piña o el maracuyá han ganado popularidad entre consumidores jóvenes.
El auge de la heladería artesanal y gourmet
Por otra parte, las gelaterías de autor han impulsado la premiumización del mercado con sabores inspirados en la identidad local como la chirimoya con jugo de naranja, melón tuna o plátano manjar son algunos de los preferidos. Este fenómeno responde a una búsqueda de experiencias auténticas, donde la calidad de los ingredientes y la experimentación juegan un rol central.
Los consumidores chilenos, que se vuelven cada vez más exigentes, también se sienten atraídos por la “extra-indulgencia”, es decir, sabores que reinterpretan postres clásicos como cheesecake de frutos del bosque, pie de limón o tiramisú. En la gama gourmet, surgen combinaciones arriesgadas como gorgonzola con damasco o mostaza con frutas amarillas, las que reflejan una nueva gama de sabores que impresionan.
Además, el liderazgo de Chile en el consumo regional de helados tiene tanto de tradición como de reinvención. El impulso del comercio digital, la consolidación de hábitos anuales de consumo y la expansión de la oferta saludable y artesanal anticipan un futuro en el que el helado seguirá ocupando un lugar central en la mesa chilena.
Ya no se trata solo de combatir el calor, sino de disfrutar una experiencia que une placer, identidad y bienestar. En esta nueva etapa, la industria nacional se proyecta como un referente latinoamericano que ha sabido combinar la nostalgia del postre clásico con las exigencias del consumidor contemporáneo.