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Revuelta de Los Tres: La mejor banda del mundo

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Por Ignacio de la Maza. 

Hay un momento en el show de la ‘Revuelta’ de Los Tres, la gira que reúne a la formación original de la banda, en donde te convences que los de Concepción son la mejor banda del mundo. Están interpretando ‘Claus’, la pieza instrumental que abre el fundamental ‘Fome’ (1997), y han cambiado de instrumentos. Álvaro Henríquez se descolgó la guitarra y se alejó del micrófono para colocarse en la batería. El legendario Pancho Molina deja los tarros y agarra el bajo. Y Titae se aleja de las 4 cuerdas y se sienta en un inmenso órgano que ingresó al escenario. Ángel Parra se queda en la guitarra porque es Ángel Parra.

Juntos despachan esa juguetona composición que abre su trabajo discográfico más importante, una mezcla entre el soundtrack de James Bond, el surf rock de los años 60 y noir penquista. Sonríen de oreja a oreja. Molina camina por el escenario, vestido de impecable traje y sombrero acorde, acercándose a sus compañeros mientras se susurran tallas internas y se devuelven miradas cómplices. Álvaro se pega sus redobles coquetos. Todos lo están pasando bien. Ya han despachado varias de las obras que constituyen un cancionero que compite por ser el mejor del rock chileno. Y quizás del planeta. En ese momento lo crees.

Hay otro momento del show de la ‘Revuelta’ de Los Tres que te hace pensar que quizás son la mejor banda del mundo. “Está prohibido” dice Álvaro Henríquez con una mueca que mezcla ironía y perplejidad, justo después de anunciar que la siguiente canción está dedicada a los marihuaneros del público. “Pero yo les doy permiso” agrega mientras la banda se lanza con una versión de ‘Hojas De Té’ que suena furiosa, inmensa y trascendental. 24 años después de que esta formación de Los Tres dejó de tocar junta y ponía fin a una de las rachas más impresionantes que la música criolla haya visto, Álvaro, Ángel, Titae y Pancho hacen parecer que no pararon nunca.

Columnas de humo se encienden de forma notoria e imponente en la cancha, en donde el público abandonó sus sillas y empezó a encender sus estupefacientes en cadena, como si Gondor estuviese pidiendo ayuda en el Movistar Arena. Guardias y acomodadores corren a reprender algo superados a quienes están infringiendo la normativa. Pero Álvaro Henríquez les dio permiso ¿Le van a decir que no a Álvaro Henríquez? El tipo escribió el cancionero definitivo de una generación, ha visto a la muerte a los ojos, y aquí está, una figura impresionante como siempre, con los músicos que sacan lo mejor de él y viceversa. Mientras dura la canción pareces estar viendo a la mejor banda del mundo.

Ya, pero también hay otro: Después de un break en donde el escenario, mediante la aparición de una cortina platinada y la proyección de pantallas laterales, se convierte en un espacio íntimo en donde la banda regresa para un interludio acústico. Interpretan clásicos del catálogo de Roberto Parra, el folclorista y estrella guía del grupo. El momento no solo parece una obvia referencia a similar tributo que rindió la banda en su MTV Unplugged, cuando se encontraban en una etapa imperial, sino que también recuerda el milagro que es la música de Los Tres: Rock and roll, rockabilly, blues y jazz, expresiones culturales asociadas al arte anglosajón, filtradas por cueca, folclor, bocas con olor a vino tinto, encuentros clandestinos en moteles de mala muerte, sensación de muerte inminente, poesía criolla y bares mal iluminados. El verdadero rock chileno, uno que se siente inherentemente nuestro en sus referencias culturales, expresiones y sensibilidades. Ese interludio de cueca guachaca sirve para enfatizar de dónde vino nuestra música popular y también la forma en la que se transformó en las décadas posteriores.

Y bueno, uno más: “Esta es una canción de amor”, dice juguetonamente Henríquez. “Pareciera que no, pero les prometo, es una canción de amor”, dice mientras el público se pone de pie para el himno nacional que es ‘Amor Violento’. La acotación es lúdica y un tanto confusa. No solo porque ‘Amor Violento’ es inconfundiblemente una canción de amor. Amor terrible, amor brutal, amor no marcado por la violencia, sino que violento en sí. Pero también porque la voz de Henríquez es una de las más románticas que se hayan escuchado frente a un micrófono. Podría leer la lista del supermercado y sonaría como una canción de amor.

En fin, la cosa es que todo el mundo se sabe esta canción de amor. O eso pareciera en el momento. Durante 5 minutos, Los Tres le dan a todo el Movistar Arena algo que hacer en conjunto (ya lo han hecho durante varios momentos en la noche). Algo con pasión, con rabia, con pena, con júbilo, qué sé yo, pero algo. De esas postales que te recuerdan por qué escuchamos música en un primer lugar. Para momentos como ese. En donde todos podemos hacer algo juntos por un rato.

En verdad podría mencionar varios más: ‘Déjate Caer’ sonando tan psicodélica que parecía levantarte; el blues apanicado de ‘Morir de Viejo’, con Álvaro Henríquez haciendo de su guitarra un instrumento etéreo; el R&B casi onírico de ‘Moizefala’, los múltiples solos de Ángel Parra, quizás el mejor guitarrista de Chile (¿Del mundo?); el solo de contrabajo de Titae, músico tan intuitivo y excelente como siempre; literalmente todo lo que hizo Pancho Molina, un baterista esencial que es como si Buddy Rich y John Bonham fueran la misma persona; el setlist que destaca clásicos de los inapelables primeros 5 álbumes de Los Tres con joyas de su discografía y aún así deja varias afuera: ‘Flores Secas’, ‘Somos Tontos, No Pesados’, ‘Me Arrendé’, ‘Fealdad’, ‘Pancho’,  ‘La Respuesta’, ‘Agua Fría’, ‘La Sangre En El Cuerpo’. Imagínate tocar 30 de tus canciones y tener todavía tantas más con las que podrías seguir.

Hay cosas que te devuelven a tierra: Las pantallas laterales durante la noche 1 de Revuelta en el Movistar Arena sufrieron problemas técnicos y nunca funcionaron, provocando que los asientos de más atrás tuvieran problemas para ver lo que pasaba en el escenario. El sonido pudo haber sido un poco más potente en las guitarras. Algunas entradas tenían una vista impresentablemente parcial (problema de la productora más que de la banda). Pero nada de eso tiene que ver con las canciones, con los músicos, con el momento:  Durante 2 horas, estos cuatro tipos, Álvaro, Titae, Ángel y Pancho, te hacen sentir que estás frente a la mejor banda del mundo. Cómo creer lo contrario.