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[ESTRENO] Ellas Hablan: el lenguaje de la liberación

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Por Matías de la Maza. 

El lenguaje juega un papel central en Ellas Hablan, la nueva cinta de la realizadora canadiense Sarah Polley y la única nominada al Oscar 2023 a Mejor Película en ser dirigida por un mujer. No sólo por la forma en que está estructurado ese lenguaje: una prosa filosófica y cuasi teatral, sino que también deja claro que el lenguaje es también una herramienta de autodeterminación. Tanto en la expresión como también en manifestar voluntad e identidad.

Ellas Hablan

El problema (uno de los tantos) para las protagonistas de esta historia, es que parte del lenguaje les ha sido restringido y privado. No se les ha enseñado, adrede, a leer ni escribir. Su educación ha sido mínima. Y han sido abusadas, física, psicológica y sexualmente toda su vida.

La cinta está basada en un libro homónimo de 2018, el cual a su vez aborda a través de la ficción una inspiración real: las violaciones reiteradas a las que fueron sometidas por años mujeres de una comunidad menonita en Bolivia.

Un poco de contexto: los menonitas son comunidades cristianas protestantes similares a los amish, en donde en su facción más radical, viven en contextos rurales sin la presencia de tecnología ni ningún dejo de modernidad, prácticamente como si fuera el Siglo XVII.

Ellas Hablan

Aquí, la historia transcurre en una localidad no especificada en Estados Unidos, en el año 2010. Pero el fondo es el mismo: un grupo de mujeres menonitas, de las más diversas edades, descubren que por años han sido drogadas y violadas por los hombres de su comunidad. Cuando logran detectar a uno antes de cometer el acto, las mujeres lo persiguen y casi lo ajustician, antes de que sea detenido.

El resto de los hombres se marcha de la comunidad para ir a buscar al agresor y liberarlo bajo fianza. Ahí, entregan un ultimátum a las mujeres: cuando vuelvan, deberán perdonar al violador. De lo contrario, serán expulsadas.

El título de la película explica lo que sigue: un debate entre las mujeres en torno a tres opciones: perdonar, quedarse y luchar, o marcharse. La primera opción, por lo menos sin condiciones, queda rápidamente descartada, por lo que el enfrentarse a sus compañeros, y los resultados casi fatales que eso implica, o irse voluntariamente antes de que sea una imposición, pasan a ser el centro de la discusión.

Ellas Hablan

Prácticamente no existe ninguna mujer en la comunidad que no haya sido abusada. Breves flashbacks, de casi microsegundos de duración, muestran imágenes de la violencia extrema a la que han sido sometidas desde las integrantes más jóvenes hasta las más veteranas del grupo. Pero los efectos de esos abusos dejan secuelas muy distintos: está Salome (una extraordinaria Claire Foy), llena de una rabia desbordada y que es la principal impulsora de la postura bélica frente al conflicto. La otra cara de la moneda es Mariche (Jessie Buckley), cuya ira es similar, pero expresada en la resignación y la reticencia a darle espacio a la esperanza de que las cosas cambien. También está Ona (Rooney Mara), embarazada de su abusador, pero la más centrada de todas; la mediadora que busca la calma.

Polley no presenta ninguna de estas posiciones como correcta o incorrecta, ni a ninguna de estas mujeres como la absoluta protagonista. La historia es coral, en donde a ratos el debate es confrontacional, mientras que en otros es reflexivo, pero nunca se pierde un sentido de camaradería de estas mujeres unidas por la violencia masculina.

Ellas Hablan

Para entender el fondo de lo que busca la realizadora con estas conversaciones, hay que recordar el mensaje con el que parte la película: “Lo que sigue es un acto de imaginación femenina”. Y es que si bien lo que discuten estas mujeres es un microcosmos no sólo sobre la realidad del abuso, sino sobre la opresión masculina en toda la sociedad, la forma en que lo hacen es, calculadamente, imaginativa.

Sus temores, dudas y anhelos son expresados de una manera más articulada, e incluso teórica, de lo que la represión del acceso a la educación y las posibilidades del lenguaje a la que han sido sometidas estas mujeres harían posible en circunstancias más “realistas”. Pero Polley elige entregarle a este grupo la capacidad de elevarse por sobre ese tipo distinto de abuso y les otorga en su capacidad de conversar su dolor la posibilidad de desafiar la violencia a la que han sido sometidas. Esa determinación que perdieron sobre sus cuerpos a manos de hombres violentos.

Ellas Hablan

No todo funciona: el único personaje masculino, interpretado por Ben Whishaw como un miembro empático de la comunidad que lleva el acta de las reuniones de las mujeres (por su capacidad de escribir) no tiene una función clara en el mensaje de la historia, mientras que otro personaje, interpretado por Frances McDormand y que representa a quienes prefieren seguir sometidas al yugo masculino, apenas tiene diálogos y participación en la trama, algo curioso para una actriz tres veces ganadora del Oscar. Y la dinámica de la película puede hacer que a ratos sea demasiado teatral.

Nada de lo anterior le resta méritos a una película que es sostenida por un guión extraordinario y algunas de las mejores actrices de su generación, así como una realizadora que nunca pierde el foco. Realista o no, Ellas Hablan es una película que en el centro tiene la verdad. Y que, en un acto cuasi revolucionario, utiliza el diálogo femenino como una forma de expiación y de ofrecer un camino que difícilmente tiene nadie quien haya pasado por el abuso: el elegir. El retomar el control. Por más doloroso que sea.

* Ellas Hablan está nominada a dos premios Oscar: Mejor Película y Mejor Guión Adaptado.