Más Que Un Pitch: El Podcast

Sebastián Pérez de Pi Pay Pizzas: “Siempre es bueno asesorarse de personas que sepan más que uno”

Dicen que los proyectos más grandes nacen de un anhelo simple: el deseo de compartir. Así comenzó la historia de Pi Pay, cuando un pequeño grupo de soñadores —cargados de recetas heredadas, manos inquietas y una obsesión casi romántica por la masa madre— decidió que había llegado el momento de darle un giro a sus vidas.

No tenían certezas. Solo tenían una convicción: la cocina podía unir a las personas de una forma que nada más lograba. Abrieron su primer local casi a pulso, con un horno prestado y la esperanza de que aquella mezcla de tradición italiana y curiosidad infinita pudiera transformar algo más que ingredientes. Y lo hizo. Pero no sin drama.

Porque mientras otros se conformaban con repetir lo conocido, ellos se atrevieron a desafiarlo. Ensayaron cientos de fermentaciones fallidas, probaron combinaciones que nadie entendía y soportaron noches enteras en vela, ajustando cada detalle hasta que la masa respirara como querían. Fue un proceso agotador, casi obsesivo… pero también mágico.

Y así, sin buscarlo, Pi Pay dejó de ser solo una pizzería. Se convirtió en un refugio. Un espacio donde la gente volvía no solo por el sabor, sino porque allí las mesas tenían memoria y cada bocado contaba una historia. Donde talleres, eventos y celebraciones terminaban siendo parte del alma del lugar.