Yasmani Acosta: una historia de sacrificio que terminó con la gloria olímpica
08 de Agosto de 2024 tpena1
Años de esfuerzo y sacrificio en medio de un escenario incierto fue lo que llevó a Yasmani Acosta (36) a quedarse con la medalla de plata en la final de la lucha grecorromana (130 kg) de los Juegos Olímpicos de París 2024. Un triunfo que quedará marcado en la historia del deporte chileno.
En este ‘Infinita te explica‘ contamos la historia detrás del deportista nacido en Cuba, que huyó de su propio país para lograr su máximo potencial y conseguir el reconocimiento que merece.
Infancia y el inicio de su carrera deportiva
Yasmani Acosta nació en la localidad cubana de Agramonte el 16 de julio de 1988. En su pueblo era conocido como “Hulk“, ya que con apenas nueve años parecía un adolescente de 15. Los profesores de lucha no tardaron en invitarlo a jugar a sus gimnasios. Por otro lado, estaba su madre -quien lo crio por su cuenta luego de que su padre se fuera a España- que se negaba a que practicara este deporte, pero él deseaba ser una estrella.
Antes de cumplir 13 años ya había ganado sus primeras competencias provinciales y a pesar de la poca preparación que podía tener en su pueblo, obtuvo el cuarto lugar en el campeonato nacional. Así, vino la convocatoria a la selección juvenil en La Habana; entrenamientos nocturnos, cambio de casa y el alejamiento de su familia fueron solo algunos de los sacrificios que lo llevarían a ser el mejor luchador de su generación.
Ya a los 16 años, Acosta fue llamado a la selección adulta de Cuba, donde conocería al actual campeón mundial y olímpico de la categoría, Mijaín López. En aquellos tiempos, ningún luchador quería ser la pareja de entrenamiento de quien se perfilaba como leyenda, sin embargo, Acosta dio un paso al frente, entró a la arena de lucha y en el primer intento de López por meter los brazos, el joven se los empujó hacia abajo, giró, y lo hizo volar por los aires. Lo que en la lucha llaman un “sacrificio“. Fue el único triunfo que registra Yasmani sobre Mijaín.
Su carrera, por mucho tiempo, estuvo bajo la sombra de López, ya que el complejo panorama económico del régimen castrista permitía apostar por sólo un luchador de categoría, pese a sus habilidades a la hora de competir. Al ser el “número dos“, Yasmani participaba en los campeonatos continentales o regionales para lograr cupos en las competiciones más importantes, los que luego usaría Mijaín.
El momento de cambiar el rumbo
Tras altos y bajos, Yasmani consideró la posibilidad de seguir su carrera deportiva fuera del país, cosa que le aterraba y dolía fundamentalmente por el hecho de tener que dejar a su madre y hermano. Las clasificatorias de lucha grecorromana para los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, que se realizarían en Santiago de Chile, abrieron una puerta para cambiar el rumbo de su vida personal y también su carrera.
Una vez en Chile, casi no hablaba, se sentía angustiado, sólo pensaba en su madre y en lo que vendría después. El día de la competencia, en que ganó la medalla de bronce, consiguiendo el cupo para su país comenzaba el viaje que cambiaría su vida.
En una entrevista de marzo de este año, Yasmani relató aquella noche en la que se escapó de su delegación para quedarse en Chile. Fue el también luchador nacional, Andrés Ayub quien jugó un rol importante en la decisión de Acosta de quedarse en nuestro país: “El sabía que quería quedarme y acordamos irme en la madrugada del día que teníamos que irnos al aeropuerto”, contó Acosta.
Ninguno de sus compañeros estaba al tanto de sus intenciones y tampoco contaba con su pasaporte, ya que los jefes de la delegación cubana retenían el documento para evitar, justamente, escapes. Aquella noche, Ayub llegó hasta el hotel donde se estaban hospedando y se estacionó para esperarlo. Nervioso, bajó desde su habitación, salió del edificio y se subió al auto. “Una vez que me subo arriba del auto lo que pienso es que ‘bueno ya, si antes tenía la oportunidad de arrepentirme, ahora no hay vuelta atrás’. Pensaba muchas cosas en poco tiempo, en un segundo”, indicó Yasmani en aquel momento. Posteriormente, se dirigieron a un motel -Marín 014- en donde pasó la noche sólo.
En busca de la nacionalidad chilena
Sus inicios en el país no fueron fáciles y menos el proceso para conseguir la nacionalidad chilena. En concreto, tuvo que esperar hasta el 2018 para obtener la nacionalidad por gracia. Trabajó como guardia de eventos para “Seguridad Olímpica”, hizo clases de lucha en un colegio de La Cisterna y siguió entrenando con la esperanza de algún día poder competir por Chile.
La espera y los sacrificios dieron resultado: representando a Chile ganó varios Grand Prix en Europa, fue campeón sudamericano, medallista panamericano y rozó el bronce los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Sin embargo, todavía le faltaba la medalla olímpica.
Un triunfo histórico
Como de película. Yasmani Acosta llegó a la final de la lucha grecorromana (130 kg) para enfrentarse a su amigo, mentor y el mayor rival deportivo: Mijaín López. Si bien no pudo contra el múltiple campeón mundial y olímpico de la categoría, consiguió la tan esperada medalla haciendo historia en el deporte chileno. “Lo que más destaco de todo esto es este momento, es el momento más importante que he vivido en mi carrera deportiva, que es una medalla olímpica. Lo soñé desde hace nueve años atrás”, dijo a la prensa tras haber ganado la plata.